La fila de los jubilados en el gimnasio
El gimnasio al que voy cada mañana es una suerte de refugio
para recién jubilados, sobre todo para docentes jubilados. Como mi marido y yo
procedemos del mundo de la docencia, entre los dos tememos localizados un buen
número de maestros y profesores de secundaria. Puedo utilizar el masculino
genérico, primero porque no me gusta decir os/as y porque no falto a la verdad:
hay hombres y mujeres. A la gente de otras profesiones no la identifico, pero a
los docentes enseguida. Es como si lleváramos un cartel en la frente que dice:
MEC. Sí, somos del MEC, porque todos empezamos en el Ministerio de Educación y
Ciencia.
El gimnasio es el refugio de los jubilados a los 60 y
algunos años más. Pienso que vamos todos los que no queremos apuntarnos a la
Escuela de Idiomas, Universidad de la experiencia y Universidad popular, que
son el otro refugio para jubilados (según tengo entendido).
Las actividades que hacemos son las mismas: vamos a clase
de espalda sana, de pilates, de zumba, de yoga, bicicleta y, sobre todo,
aquagym. Como podéis comprobar vamos para hacer algo pero no para deslomarnos
Os aclaro un poco las actividades. Todas son suaves, pero
como llevamos toda la vida sin hacer deporte, sudamos y nos cansamos mucho y
salimos diciendo: "Me duele todo, pero qué bien estoy". Una frase que
he aprendido desde mi jubilación y un indicativo que alguna neurona sí que
falla.
Espalda sana es una clase en la que te estiras; incluso
estiras aquellos músculos que jamás pensaste que tenías. Se ve que después de
tantos años de pasearnos encorvados, mirando encima de los pupitres, la
curvatura de la espalda se ha hecho una realidad.
Pilates es la clase de los movimientos sostenidos. Por
ejemplo: levanta la pierna y mantente y así continuamente. Los movimientos se
hacen con todas las partes del cuerpo. Al final todo duele de tanto
mantener la postura. Durante mi vida profesional mantuve mucho la postura, pero
entonces significaba: "Que no te ganen estos chicos".
Zumba es para los bailongos. Consiste en parecer que bailas
delante del espejo mientras te vas estirando. Nunca me he metido en esta clase.
Los veo por el cristal. Lo de bailar, como lo de cantar, hace años que me lo prohíbe
mi religión. A mi me recuerdan a aquellos profesores que en la cena de Navidad
del instituto siempre proponían ir a bailar. Otros proponíamos ir a tomar una
copa. Al final nos separábamos, unos a bailar y otros a la copa; estos últimos
nos íbamos a casa mas contentos, no teníamos que ligar y encima bebíamos más.
La clase de yoga es para los que quieren relajarse,
concentrarse, meditar y van vestidos con otro modelo. Llevan ropas de
tonos suaves y holgadas, no como el Kit. de camiseta y mallas negras y
ajustadas de Decatlón. Tienen un aire a los hippies de los años 70. Tampoco me
he metido nunca en esta clase.
La bicicleta es la caña Seguro que estáis pensando en el
spinning, pero no, no vamos a la desesperada delante de unas fotos grandes de
carreteras imposibles. Los jubilados utilizamos unas bicicletas con respaldo,
en las que te sientas cómodamente. Este artilugio te permite mover las piernas
y al mismo tiempo hablar tranquilamente con los que están sentados a los lados.
Nos encargamos cada uno de poner una potencia bajita que nos permita hablar sin
jadear y aunque pongan una música cañera no le hacemos caso.
Aquagym es lo más divertido. Treinta individuos saltando en
el agua mientras un monitor se empeña en que hagamos unos movimientos
coordinados y que al final siempre dice: "Cada uno que haga lo que
pueda". Esta es la clase de los más avanzados, en edad me refiero. Los de
sesenta son los más jóvenes y de aquí para arriba, muy para arriba. Un detalle
que explica esto: todos tenemos frío cuando entramos en el agua.
En estos lugares resulta chocante encontrarte con algunos
jefes de la Dirección Provincial que han dejado su prepotencia y su arrogancia
de otros tiempos. Sudan como tú cada vez que haces una postura sostenida o
saltan en el agua con una figura poco agraciada. Ni la barba ni el pelo gris,
ni unos kilos de más sirven de camuflaje. Es decir, que el bañador y el tiempo
son muy democráticos pues nos hacen iguales a todos.
En algunas de estas clases nos ponemos en fila para entrar
ya que a veces no cabemos todos en la sala. En estas colas se encuentran las
conocidas y amigas de gimnasio, los matrimonios, que también se nos localiza a
la legua, y sobre todo las colotas; si, las que se cuelan por todo el morro.
Colotas son aquellas que siempre llegan tarde y haciéndose
las despistadas se colocan por delante. Entre ellas hay una maestra a la que le
tengo echado el ojo. Llega tarde, a mitad de la fila deja su bolso, se va a
cambiar y a la hora de entrar siempre tiene sitio. Me pregunto cómo reaccionaba
ella cuando en la fila para entrar a clase algún niño se colaba, o qué hacia
con los que sistemáticamente llegaban tarde al colegio, o con los que volvían
del patio a medio vestir. Estoy segura que no era tan tolerante como lo es con
ella ahora.
Un dia no me pude aguantar (y es raro que yo salte
¿o no ?) y le dije:
– Te has colado.
Ella lo negó haciéndose la ofendida.
Le respondí:
- Se ha colado una mujer con una camiseta verde y en toda
la sala solo tú llevas la camiseta verde.
He perdido de vista a algunos compañeros jetas a los que no
añoro, pero esta mujer se encarga de recordármelos.
P.D.: En lo de colotas utilizo el femenino y tampoco me
equivoco: es que sólo son mujeres.
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