El dolor por la despedida de T.



 

 

La semana pasada murió T. , nuestro perrito, bueno el perrito de nuestra hija , pero siempre nuestro perrito.

Ha sido una experiencia muy amarga y necesito decirle adiós y que los demás sepáis el dolor de esta despedida. Es una amarga sensación de ausencia , de amargura, de dolor, de pena , de soledad, es como si se hubiera hecho un vacío de repente y solo sale de él angustia. Por esto necesito rendirle un homenaje  y explicar lo que ha sido para nosotros T.

Llego a casa hace 10 años. era una bolita peluda que pesaba 1 kg y medio y lo recibimos con mucha alegría. Era una novedad ver a un ser vivo moviéndose asustado por  casa . El pronto nos tomo las medidas a los tres y se hizo el rey de la casa, yo que siempre he sido un poco jefa, decía que seria la jefa de la manada , pero el jefe de la manada fue desde el primer momento T. y mi papel ha sido de sumisa , en lo único que intervine fue en el nombre , que era el de un artista del dadaismo. Era un Bichon maltés, blanco, de pelo largo, con la cara mas bonita del mundo. Ya se que para todo el mundo su perro es el mejor, pero como decían un grupo de amigas que hablaban mal de otras y una dijo: ellas pensaran igual de mal de nosotras. Otra contesto: es probable, pero nosotras tenemos razón. Pues bien es lo que pienso de T. era el mejor y tenemos razón, múltiples razones para pensarlo así. No quiero que me domine un pensamiento lógico  , con T. siempre han primado las emociones.

Nunca había querido perro , a pesar que durante toda la infancia mi hija nos pidió un perro, nunca claudique ( su padre si  hubiese cedido), solo le veía inconvenientes, que si viajábamos, que si nos íbamos al trabajo, que si soltaría pelo y mil cosas mas. No tuvimos perro.  Cuando nuestra hija,  ya independiente, nos dijo que quería un perro, pero que también quería poder venir a casa los fines de semana sin conflictos , le dijimos que si y cuando llego T. nos lleno la casa.

Esperábamos  que llegara el fin de semana para ver a nuestra  hija y a T. El perrito nos saltaba por encima  y ya nos sentíamos bien. Cuando alguno de los tres que formábamos su manada se ponía enfermo él lo cuidaba y lo mimaba más, si  lo reñías por algo te daba unos lametones. No soportaba ver a nadie triste y se molestaba mucho cuando su manada se disgregaba, pero siempre te perdonaba , te volvía a darte lametones , a saltarte encima y a recibirte con gran alegría. El perrito no tenía rencor, no, no era rencoroso, esta cualidad, tan propia de los humanos y tan molesta, no estaba en T.

Ha estado 10 años con nosotros, ha fallecido después de una cruel y rápida enfermedad, ha tenido todos los cuidados veterinarios y nuestros que hemos podido darle , pero el dolor y la penita esta con nosotros.

Recordamos todos los momentos que hemos pasado con él, todos han sido buenos. Hemos ido de viaje si nos lo hemos podido llevar y si no, no nos hemos ido, pero nunca nos ha molestado  para nada su presencia. En los viajes  nos turnábamos para entrar en los museos y monumentos, buscábamos terrazas en las que poder comer o tomar algo los tres  y cuando en una ocasión por una carretera de Palencia vimos en una aldea una ermita románica,  desde el coche y yo grite : Ah Románico, el perrito hizo:  guau ,  desde entonces decíamos  riendo que  a T. le gustaba el Románico.

Me molestaba cuando al buscar hotel algunos ponían : No se admiten mascotas. Pensaba: pues vosotros os lo perdéis. Los perros no se llevan las toallas , ni montan juergas en las habitaciones , ni ensucian, ni gritan,  ni te faltan al respeto, ni se emborrachan , es mas , ni mean fuera de la taza como algunos humanos,  así que si no queréis perros en vuestros establecimientos , vosotros os lo perdéis.

Durante todos estos años ha venido gente a casa de visita o a alguna comida , nunca hemos escondido al perro , ni lo hemos encerrado en una habitación , si a alguien no le gustaba T mejor que no viniera  a casa. No dejábamos que molestara  a los invitados , pero tampoco que nadie despreciara al perro. Cuando me jubile,  prepararé una cena para 30 personas en casa y T. estuvo con nosotros todo el rato. Eso si,  se alegro cuando todos se fueron y volvió a estar con su manada.

Quiero terminar diciendo que tiene que ser una persona muy mal nacida,  para provocar algún dolor a un perro y que se podría imponer el mismo dolor a los que  se lo provocan, por ejemplo si les cortan la cola , cortarle la cola al humano. La lealtad, fidelidad, afecto y cariño que de forma desinteresada te da un perro  es infinita, tiene tal confianza en el humano que se deja hacer cualquier cosa, hasta cosas que le hacen daño.

Aun sabiendo que cuando llegara el momento de despedirnos de T.  sería duro, sabíamos que no viviría tanto como nosotros, la despedida ha sido muy difícil, bueno esta siendo muy difícil, pocas cosas en esta vida me han producido tanta ternura y tanto dolor como la despedida de T.

T. esperanos donde estés que nosotros vendremos.

 


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