Plasencia-Coria
Estas dos ciudades formaban parte
de mis viajes siempre pospuestos, y esto que están cerca. Si pensáis que me críe
en la isla de Mallorca y viví allí hasta los 17 años, sin salir de la isla, comprenderéis
que no estan tan cerca. Ahora, jubilada, he realizado este viaje y os cuento mi
experiencia.
Ha sido un viaje de “ piedras” como decían los alumnos, sobre todo ha sido un viaje para
ver aquello que figuraba en mis libros de la carrera (las catedrales de Plasencia
y Coria, la ciudad Romana de Cáparra...) o de los documentales de mi época progre
(el reportaje de Las Hurdes de Buñuel). Pero hay muchas cosas que por mucho que hayan sido oídas
y leídas no dejan de ser fantásticas
cuando las visitas por fin.
El viaje se ha centrado en
Plasencia, Coria y los valles del Norte de Extremadura hacia Salamanca. El sur
de esta provincia lo había visitado al igual que el resto de Cáceres y había
llegado a Yuste y el valle del Jerte. Me quedaba este trocito.
En primer lugar preparé el viaje
de forma minuciosa, como me gusta a
mi. No soporto ir a lo que sale, así que me organizo para que me dé tiempo para ver
todo lo que me interesa y dejo algunas alternativas por si algo falla. Llevo
horarios de los monumentos, calles, rutas, comidas y todo lo que puedo. En
este viaje hemos añadido un GPS con una señorita que nos decía por donde
teníamos que ir y que lo repetía las veces que fuera necesario sin enfadarse ¡los milagros de la tecnología!.
Es un viaje en el que se ve arte,
paisaje e historia. Estas tierras situadas en la Vía de la Plata Romana
tuvieron vida desde la conquista romana, pero es a partir de la Reconquista y
sobre todo con el descubrimiento de América en los siglos XVI y XVII donde
adquieren toda su fuerza.
En Plasencia hay que ver sus
catedrales. Tiene una catedral románica-gótica a la que le falta la cabecera y una
catedral renacentista- plateresca a la que le faltan los pies, un claustro gótico une
a las dos catedrales y una torre gallonada (como la de Toro, Salamanca y
Zamora) de influencia oriental une a los dos estilos. Por el exterior pasa de
una portada románica a una plateresca y de ahí a una gótica con toda naturalidad. Juan de Álava, Diego de Siloe y todos
los grandes del renacimiento español trabajaron en este monumento.
Recorrer la ciudad te ocupa todo un día. Esta llena de palacios, iglesias, conventos... Algunos se mantienen con su función (religiosa, privada de algunos nobles); otros han sido convertidos en hoteles, auditorium, ayuntamiento, centros de enseñanza, etc.
Recorrer la ciudad te ocupa todo un día. Esta llena de palacios, iglesias, conventos... Algunos se mantienen con su función (religiosa, privada de algunos nobles); otros han sido convertidos en hoteles, auditorium, ayuntamiento, centros de enseñanza, etc.
Plasencia fue fundada por
Alfonso VIII; en el escudo dice que "para el placer de Dios y de los hombres".
Dios no sé si hoy la disfruta mucho, pero es un placer para el visitante y deseo
que para sus habitantes también. Me ha gustado de esta ciudad el que tenga un centro
histórico vivo, es decir, habitado por la gente del lugar, con bares, cafeterías,
tiendas y otros servicios, que no están pensados para el turismo.
Coria es como un convento, entras
por una de sus puertas de la muralla y en el interior solo hay paz. Fue una
ciudad fundada por los romanos y amurallada por estos con grandes sillares y parece que sigue ordenada como entonces. Hay
conventos y casas señoriales. Por aquí, los Alba se hicieron un gran palacio, como en tantos sitios.
Como viajamos con tiempo entramos en el Convento Madre de Dios. Es de clausura, de la orden de las franciscanas
trinitarias y hay una monja que te enseña el claustro. Es pequeño y curioso,
huele a las pastas que hacen las monjas, pero sobre todo es interesante la
lección de teología que te da la monja interpretando los dibujos del empedrado del S. XIII de los corredores del
claustro. Ella sigue su guión y no la debes interrumpir porque vuelve al punto
que se quedó. Al final te regala una oración de San Francisco. Nos quedó muy claro
que eran franciscanas que no Clarisas (estas debían ser la competencia).
En Coria tienen un puente
medieval fantástico pero debajo no hay río. De ahí lo del Bobo de Coria, lo
cierto es que sí tuvo río y que su cauce fue desplazado por un terremoto o algo
así. Hoy queda el puente sobre tierras de cultivo pero con la misma elegancia
como si tuviera el río debajo.
La catedral es preciosa. Vamos de finales del gótico pasando por el Renacimiento - Plateresco al S.XVIII. La fachada del Perdón de Juan de Alava, a modo de fachada retablo es preciosa, y la fachada septentrional con el balcón de las reliquias y las torres son
espectaculares. Se mezclan los estilos y
sientes la armonía de todas
sus partes.
Hay que ir hasta Hervás para encontrarte
con una judería espectacular. Edificios populares con una gran variedad de topologías
constructivas, conservado perfectamente y sobre todo un barrio habitado por gente extremadamente
amable.
La ciudad romana de Cáparra era
algo que estaba en mis libros. Hoy está perdida de la mano de Dios, y antes fue ciudad importante de la Via de la Plata. Se conserva el
arco de triunfo y las excavaciones actuales nos permiten ver una ciudad romana, una domus completa, una insula con sus tabernae, las termas y puertas de sus murallas. Lo peor, la
gravilla que han puesto por el suelo, formando caminos para que no nos salgamos
de la ruta los visitantes, que te deja los pies magullados y las piernas
machacadas. Pero claro esto no es de los romanos sino de algún técnico de
alguna Consejería del Gobierno de
Extremadura. Estoy segura que él recorría la ciudad en todoterreno.
Es una vista muy curiosa la de
Granadilla, pueblo que se obligó a
abandonar por la construcción de un pantano y que hoy se reconstruye. Tiene
muralla almohade, Castillo de los Alba, casas señoriales, Iglesia del S.XIII.
Cuando veo estos pueblos a los que se les arrebató la existencia a cambio de
que las eléctricas se forren me indigno, pero me quedo con eso.
Recorrimos una parte de la
Hurdes. Esta región que conocía
por el documental demoledor de
Buñuel. Tiene pueblos blancos, con unas gentes amables. No conserva nada de
aquel documental excepto el paisaje. Es un valle pobre, donde la vegetación no
quiere crecer y no levanta un metro del suelo y esto que es primavera y debe
ser cuando esta más verde.
Me queda algo por decir: se come
muy bien y mucho. Cuidado con las raciones que aquí son fuentes. Se tapea
divinamente, es tierra de cerdo ibérico y de quesos buenísimos. La verdura y
la fruta no la utilizan mucho. Al volver a casa, borrajas con patatas para
compensar.
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