Viaje con el IMSERSO (1º parte del cultural)


No dudo de que después de haber organizado tantos viajes con los alumnos tengo una idea demasiado estricta de lo que es un viaje cultural. Pero, desde luego, tengo claro que no debe ser lo que organiza para los jubilados el IMSERSO. Entre otras cosas, porque lo que hace es tratar a los jubilados como ciudadanos con capacidades intelectuales disminuidas y eso no esta bien. El paternalismo del estado es malo.

Llegamos a Eibar el domingo, a la hora de comer, y después de comer nos dieron la tarde libre. Eibar es un pueblo industrial, venido a menos (como casi todos), oscuro, sucio, lleno de edificios en ruinas, con casas de barrio obrero como las de de cualquier ciudad, pero que aquí forman todo el pueblo, que se prolonga a lo largo de varios kilómetros en torno al estrecho valle de un río. Nos preguntábamos dónde estaba el campo de fútbol, porque sin hacer desmontes es imposible encontrar la anchura de terreno necesaria para un campo de fútbol. Así que, calle arriba, calle abajo, nos estuvimos paseando toda la tarde. La novedad es que tiene "El Corte Inglés", que es el mejor sitio al que ir.
Para mí Eibar era el nombre de la escopeta de caza de mi padre, que era muy buena porque se había fabricado en Eibar. Para el resto de mujeres de España, Eibar era donde estaba la fábrica ALFA, dónde se hacían las máquinas de coser, símbolo de riqueza de cualquier hogar de la posguerra (después de la Guerra Civil española).

El lunes nos tocaba Bilbao, visita panorámica, bajada del bus en el Gughenheim y visita al exterior. El perro hecho de arbusto había perdido las hojas con el frío y le salía la estructura metálica por las orejas.
Debajo de la araña estuvimos un buen rato. La pregunta de la guia era: "¿Es protectora o amenazante?". La verdad es que es una araña gigante, con unos huevos en su vientre; es la tejedora incansable por lo tanto es una maternidad. Pero claro, me callé, no se trataba de hacerse la pedante a las dos horas del primer día. Las respuestas fueron variadas: "A mi me dan miedo las arañas", dijo alguien; "en mi pueblo las matamos", dijo el bocazas; "se comen los bichos", contestaron algunos. Al final la guia dio la respuesta que se había aprendido y seguimos con la visita.

La siguiente parada fue en "El Arenal". Visita a la catedral de San Miguel, iglesia gótica, donde la guía nos dijo que tenía un triforio donde subían los peregrinos. El triforio tiene unos 40 cm de profundidad, así que los peregrinos debían estar de canto y con la tripa para adentro. Es algo difícil de entender que una guía turística local tenga que cometer tantos errores al hablar de cualquier tema de Historia del Arte y estos errores fueron una tónica constante con las guias locales durante todo el viaje. Vamos, ¡de pena!.
Después de comer (3 horas perdidas) volvimos a Bilbao. Nos dieron dos opciones: tarde libre (de las tres y media a las seis) o paseo en barco y subida al funicular. Siete personas optamos por la primera opción, dos que se fueron a ver a unos primos y cinco rarísimos que nos fuimos al Museo de Bellas Artes.
Por cierto, ahora sé que en Bilbao se comen pinchos, sé que hay un barrio de pinchos y sé la historia del bacalao,  pero todo desde la panorámica.

Pensé que el martes no podría superar a este día, pero lo supero con creces. Nos correspondía la visita a San Sebastián, pero antes nos llevaron a Ordizia. Lo que no sabíamos es que esta vista nos llevaría toda la mañana. Ordizia fue un pueblo muy importante en la salida de la lana de Castilla en la Edad Media; por lo visto también forma parte del Camino de Santiago (en todo el País Vasco hay una obsesión por ser Camino de Santiago) y debió estar amurallado y además tiene un mercado todos los miércoles y lo mas importante es que es la cuna del queso Idiazabal (que se hace con leche de ovejas de raza autóctona). Todo esto explicado por una guia con gran pasión y estima por su pueblo. En el pueblo hay tres casonas y una plaza cubierta con una estructura blanca, al estilo romano imperial, realizada durante la Dictadura de Primo de Rivera, que o bien debería tirarse, o enseñarse como muestra de lo que jamás hay que permitir que se haga en una intervención urbanística.
¡Ah! ¡se me olvidaba! Durante una hora, en la oficina de turismo,  nos hablaron de un marino que recorrió el mundo con Juan Sebastian Elcano, que tuvo una hija con una indígena en las Molucas, que  la chica se caso con un vasco de buena familia, mientras su padre se hacia cura y descubría una ruta de navegación por el Pacífico.
Si preparáis un viaje por el País Vasco, no es necesario que apuntéis Ordizia.

La tarde era para San Sebastian. Llegamos a las cuatro y nos recogieron a las seis y media delante del Kursaal. Curioso, pero en esta ciudad no teníamos guia local. Tampoco es que echara en falta la panorámica. Visita al Casino (actual Ayuntamiento), vuelta por la ciudad con catedral neogótica del XIX, casa burguesas impresionantes y paseo por la Concha. Es verdad que hay unos tíos que se bañan con un frío de narices, pero el urbanismo es de pena. Hacia años que no había estado en Donosti, pero con el cambio de nombre no ha mejorado, sino todo lo contrario. No voy a ser presuntuosa pero no se puede vivir de María Cristina y mucho menos siendo republicanos.
 Ha sido toda la costa que he visto en seis dias, yo creo que el programador del viaje lo hizo por teléfono sin tener un mapa delante.
 
Para terminar, nos fuimos a Eibar, a cenar filete con patatas fritas.

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