Me estoy volviendo vieja
Ayer descubrí que un síntoma de que una persona se vuelve vieja es cuando hace aquellas cosas que antes cuando las hacían las personas mayores de su entorno le disgustaban mucho y le molestaban. En una palabra eran rarezas de viejos. He descubierto que ya me estoy volviendo vieja.
Mi madre, al salir de casa en verano, siempre buscaba el abanico. Solía ir por toda la casa rebuscando en todos los cajones y rincones. Nunca sabia donde lo había dejado y aunque tenía varios , buscaba hasta que encontraba el que correspondía para la ocasión. Así que el de ir a misa no era el de salir a tomar un café. En una palabra tenia que prepararse antes de salir porque ya sabía que tendría que buscar un rato el abanico correspondiente.
El verano pasado, por un momento, fui consciente que estaba dando vueltas por mi mini casa de Pollensa buscando el abanico negro, aunque aparecieron varios no pare hasta que no encontré el negro. Este abanico de mercadillo barato no tiene nada de especial sino que era el que tocaba en aquella ocasión. No le di mucha importancia a este hecho.
Durante años vi a las mujeres mayores de mi casa preparando cosas para regalar por Navidad. Se regalaban sobre todo dulces: cocas de Navidad, turrón casero, almendras fritas, mantecados y otras delicatessen de la cocina familiar. Me parecía absurdo estar una noche en vela para hornear las cocas justo en el momento oportuno, para luego regalarlas casi todas. Quiero deciros que "las cocas de Nadal¨ son unos bizcochos que tienen que doblar su volumen varias veces y rehacerse otras tantas veces y si no se hornean en el momento justo , es decir cuando lo piden ellas, las puñeteras se bajan y ya no vuelven a subir.
La reina de estos repartos navideños sigue siendo mi tía Antonia. Un mes antes de Navidad prepara sus especialidades: almendras saladas , mantecados de almendra y otros dulces que reparte por media Mallorca. Les lleva a sus médicos y como tiene muchas enfermedades tiene muchos médicos, a las amigas, a los familiares mayores ( de estos cada vez hay menos), a los ¨compromisos¨ ( personas a las que cree que tiene la obligación de agasajar) que dice ella y desde luego tienen que quedar dulces para nosotros. A mi me parecía que se da una paliza de trabajar inmensa para regalarlo a otros. Por cierto, no lo hace por aburrimiento tiene una vida muy ocupada. Hay que reconocer que también llegan a casa las especialidades de sus amigas, la coca de turrón, la leche de almendras, el mazapán casero. los bombones de arroz inflado y otras cosas.
Os habréis fijado que todo el rato utilizo el femenino, es que los hombres no hacían nada , ni los jóvenes ni los viejos. Bueno lo degustaban y hacían de críticos gastronómicos, por ejemplo decían: a fulanita las cocas no le han salido bien este año-
Ayer fui consciente que empiezo a hacer lo mismo. Preparo mermeladas de muchos tipos de frutas que luego reparto a media humanidad, además debo confesar que no tomo mermelada. con el desayuno. Hago galletas para Navidad para los parientes y conocidos, (la decoración sin mucho estilo pero el sabor bueno y la forma bien porque era un molde) y me dedico a hacer postres para las comidas familiares . En una palabra he asumido el papel de las mujeres de mi casa y en Navidad reparto dulces. No es que me aburra mucho en mi vida de jubilada, la verdad es que tengo que levantarme pronto o acostarme tarde para poder hacerlo todo, pero lo hago con mucho gusto.
Podría decir que es que soy muy esplendida y desprendida , que me gusta agasajar a mis amigos, que soy muy generosa, que quiero complacer a los que quiero. Todo esto no son mas que patrañas, porque podría mandarles a todos un correo con la carita amarilla sonriendo y mandando besos. La verdad es que me estoy volviendo vieja y reproduzco los patrones de las viejas de mi familia y dejémonos de cuentos y otras chorradas.
¡Ah ! como a mi cumplir años me gusta mucho, espero reproducir estos patrones durante muchos años más .
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