La comida no se tira


Hemos asistido a la cumbre del clima en Madrid , porque no se pudo hacer en Chile. Este cambio ya ha supuesto tirar miles de toneladas de productos que se habían utilizado en Chile y aquí se han tenido que volver a fabricar los mismos productos.
Han venido miles de personas a hablar  del clima y del calentamiento global. Los científicos, que lo tiene claro, pero a los que nadie escucha. Muchos jóvenes que viene a crear mala conciencia y a darnos lecciones a los ciudadanos, como si  ellos fueran mártires  y el resto del mundo los gladiadores que queremos matarles, pero  me planteo quien paga todos sus viajes y sus estancias. La Greta es el mejor ejemplo de persona manipulada por sus padres, que viven del fenómeno mediático, y de gran manipuladora social, siempre enfadada, todos tiene la culpa. Ella hace lo correcto. Los políticos que nunca fallan, siempre tienen la razón y deben ceder los demás. La ONU que es la demostración viva del despilfarro, ya que ni uno solo de sus organismos cumple sus funciones y, sin embargo, gasta una barbaridad en sueldos, publicidad, viajes y en  cantidad de personal enchufado por los partidos políticos, cuando se acerca el fracaso electoral en su país y necesitan colocar gente en sitios donde no sea necesaria la preparación y se pague bien.
En una palabra nadie vino a arreglar nada, sino a dejarse ver, a tomar una tapas, a dejarlo todo para el último día como los malos estudiantes. A presentarse a la última aparición en publico sin haber dormido y con aspecto deshaliñado, que mas parecía que venían de la gran juerga madrileña, que de una reunión para salvar al mundo.
Estoy cansada de que me den la culpa como ciudadana de a pie de lo que va mal.
En mi casa, desde mi infancia, siempre he sabido que no se debe tirar nada. La ropa se rehutilizaba, pasaba de hermanos mayores a hermanos pequeños y se heredaba de primos mayores. Los juguetes no se rompían; otras generaciones jugaban con ellos y si seguían sin romperse se han convertido hoy en objetos de decoración, como mi muñeca de porcelana que m trajeron de Roma en el año 59 y sigue con su primer vestido (esto es conservar)
Nací en un pueblo que no hubo agua corriente hasta  que tuve los los 14 años en  1967. El agua se traía de la fuente, con cubos la de usar en la casa y con cántaros lo de beber. Así que ahorrábamos tanta agua,que a nadie se le hubiera ocurrido lo de beber dos litros de agua al día. Nunca se ha tirado agua en mi casa; el agua de la lavadora servía para fregar y la de fregar para el inodoro. Y la casa estaba limpísima. Ya les gustaría a muchas personas tener la casa tan limpia como la nuestra. Hoy no cargamos los cubos de la fuente, pero en las casas con aljibe seguimos recogiendo el agua de lluvia  y cerramos el grifo cuando nos lavamos los dientes y mas cosas.
No reciclábamos envases porque no generábamos. Los envases de cristal los devolvías a la tienda y te pagaban  por llevarlos y te cobraban cuando comprabas el líquido. Solo se envolvía en papel lo que ers necesario. Las bolsas eran de papel y se guardaban en casa; las cajas de zapatos tenían siete vidas como los gatos, la última solía ser un camión para el niño o una cama para la muñeca de la niña, porque, eso si, se nos respetaba la identidad de genero. Teníamos la capaceta para ir al mercado, la bolsa para ir a comprar el pan.
Conocíamos todos los técnicos de reparación que eran necesarios: el afilador para los cuchillos, el zapatero daba nueva vida a nuestros zapatos, la modista reformaba nuestros vestidos, el herrero te arreglaba las sartenes y existía el cordador de soperas que conseguía que las soperas de barro que se crujían se volvieran a unir con unas pinzas de hierro. Las medias de nailón, que se hacían unas carreras, se llevaban a la mercería donde te las cosían y valían para otra temporada. Le daban  nueva vida a todo, sin necesitar el servicio técnico de hoy que te dice : sale más barato comprar otro aparato que arreglar este.
Esto se hacía en los pueblos en los años 50 y 60, cuando llegabas a estudiar a la ciudad, eras la tonta del pueblo que hacía cosas raras (llevabas jerseis hechos por tu madre) y no sabía vivir en la abundancia  urbana de los años 70. Ahora  esta generacion de pueblo que sabíamos hacer punto, coser un poco y hacer un bizcocho somos como una especie  a extinguir y algunos se empeñan en recuperarnos , haciendonos la pelota.
Donde el ahorro era total era en la comida: ni ricos ni pobres podían tirar comida. Lo primero porque la comida era un bien escaso. Nuestros padres, que habían pasado la guerra civil  y conocieron las cartillas de racionamiento, nunca hubieran permitido tirar nada que se pudiera comer. Esto no significa que nuestra comida fuera mala y poco apetecible. Nuestras madres se convirtieron en unas maestras del transformismo culinario, sus recetas harían hoy las delicias de los mejores gurmets.
Del cocido se derivaban la ropa vieja, las raoles y las croquetas. Del  potaje de legumbres (cada legumbre se hacía con unas verduras y unas carnes) los días sucesivos se acompañaban de arroz, se hacían purés o tortas  de garbanzos fritas. El pan se reconvertía en sopas de ajo, sopas mallorqinas, con verduras, gazpacho, salmorejo, torrijas y otras exquisiteces por las que ahora se va al restaurante. Con los trozos de carne que quedaban y algunos restos de verduras se hacia el "arros brut". Los canelones se hacían con los restos del asado de Navidad. Las compotas, con las frutas que maduraban muy deprisa. Las conservas de tomate, para tener todo el año, lo mismo que las mermeladas de nuestros desayunos. Con carnes de caza y con algunos pescados azules se hacían escabeches. Se mataba un cerdo, que se repartía según un proceso de elaboración muy cuidado en productos para toso el año. Para la fiesta de Pascua se mataba un cordero y gran parte de su carne se guardaba en empanadas durante mas de una semana.
La frase "la comida no se tira" era común en todas las casa, al igual que otras la frase "se come de todo" y "lo que te ponen en el plato se termina", "si no te gusta mucho lo que hay come menos", "no te gusta porque no lo has probado".  La frase de madre mas contundente era: "Esta bueno porque lo he hecho yo y yo no hago cosas malas".
Tirar un plato de comida a la basura era impensable por muchos motivos: valía dinero, otros no tenían comida, era un regalo de Dios, trabajaban mucho el agricultor para producirla y el trabajador para poderla comprar.

Si despues de todo quedaba algo de comida  (las hojas verdes, peladuras de patata, restos de algunas verduras o alguna grasa o piel de alguna carne) estaban las gallinas para terminaáselo.
En mi casa no tiramos comida, las camisetas se convierten en trapos para quitar el polvo, cerramos el agua cuando nos lavamos las manos, tiramos del tirador pequeño en el water, reutilizo el agua que puedo, reconvierto unas sobras de comida en un plato de diseño al dia siguiente, apagamos la luz cuando salimos de una habitación, reciclo  y reconvierto cajas para mis galletas y botes  de cristal para mis mermeladas y conservas.
MI emisión de CO2 a la atmósfera es mínima; alguna ventosidad como todos los humanos y el que diga lo contrario, miente.
Así que los políticos que actúan como nuevos ricos, iluminando sus ciudades en Navidad, haciendo carreras de coches en unos circuitos para quemar gasolina, viajando en el Falcon para ir a la boda del cuñado y otros derroches similares, que se frenen y dejen de culpar a los ciudadanos de la calle. En lo único que somos derrochadores es en darles nuestro voto.

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