La segunda residencia




 

 Los habitantes de este país nos caracterizamos por la necesidad de sentirnos propietarios de una casa , por lo menos de la vivienda habitual. Esto es comprensible porque llegar a una jubilación pequeña y encima no tener donde caerte muerto ( literalmente) es una desgracia. La casa es para vivir y también para poder morir en paz. En este país no tener casa propia es como ser un indigente social, significa que eres un vago ( vivir de los padres hasta que se pueda vivir de los hijos) , o un gastador- derrochador incapaz de ahorrar, o que te has fundido la herencia de tus padres, o que tus hijos son unos gorrones y se gastan todo lo tuyo. En una palabra  no tener tu casa , siempre dice cosas negativas de ti , así que en cuanto tenemos un trabajo mas o menos estable nos compramos la casa para vivir.

Una vez conseguida esta primera etapa,  vamos a por la segunda residencia. Justificamos  esta decisión diciendo que de esta manera  tenemos un lugar para pasar las vacaciones o que ya que nos ha tocado una casa en herencia en el pueblo,  la arreglamos para no perder las raíces. Si no se tienen raíces es más fácil, se elige el sitio que mas te gusta para la nueva adquisición , luego te vas alejando en círculos concéntricos hasta que  encuentras la casa  que te puedes permitir. lLegamos al súmmum  de nuestra madurez social cuando firmamos la segunda hipoteca, esta si que es para toda la vida o al menos hasta el final de la vida.

Una seña de identidad de los españoles es la segunda residencia. Cuando en algunos territorios de este país  sus habitantes se plantean que son de otra nación ,  habría que hacer una pregunta en un  referéndum : ¿ quieres una segunda residencia? . Si contestan si , esta claro son españoles,   mal que les pese. Los vascos se van a comprar la segunda residencia al Levante español, por aquello de secarse al sol y los catalanes se van al Pirineo aragonés, o al norte de España en busca del frío y la humedad. Son solo dos ejemplos , solo para que se me entienda.

 En otros países europeos la segunda residencia es un lujo que muy pocos se lo plantean. Los habitantes de estos países , que se pueden permitir salir de vacaciones,   van a un hotel o alquilan una de nuestras segundas residencias  y se pasan las vacaciones sin hacer nada.  En España pensamos que estar de vacaciones no es hacer el vago , sino trabajar frenéticamente en poner en funcionamiento una casa,  que cuando este lista hay que cerrarla de nuevo.

Normalmente las segundas residencias de montaña o playa  son pequeñas ( las residencias del pueblo son de grandes según el poder adquisitivo de nuestros padres o abuelos). Nos bastan pocos metros,  ya que solo es para  pasar unos días. Se sitúan en bloques de pisos con vecinos ruidosos, en calles llenas de niños gritones, con bares saturados en los que hay que luchar para llegar a una mesa libre, con adultos que gritan para que todos nos enteremos de sus éxitos y miserias. Pero es nuestra casita,  aunque `para llegar a la playa hay que darse el madrugón o que este cerca de unas pistas de esquí,  que no utilizaremos nunca,  porque a los 50 i pico  uno ya no esta seguro sobre  dos tablas estrechas en la nieve.La adquisición para disfrutarla toda la familia.

Nunca nos planteamos que la segunda residencia tiene unos gastos en forma de recibos de  luz, IBI, basuras, agua, seguro , comunidad, mantenimiento de las zonas comunes, mantenimiento del interior de la vivienda,  repercusión en  la base imponible de la declaración de la renta etc. Es verdad que si sumamos los gastos,  nos podemos ir a pasar el mismo periodo de vacaciones a un hotel, pero no lo hacemos porque sentimos una gran satisfacción al decir: A mi las vacaciones me salen muy baratas , prácticamente gratis, porque nos vamos al apartamento.

Lo que no sabía  y he experimentado este año , es que las casa tienen vida propia. Mi segunda residencia esta enfadada conmigo,  porque durante dos años de dura pandemia la he ignorado. La vuelta ha sido un castigo, todo lo que podía estropearse se estropeo o al menos lo intento. Nos convertimos en unos manitas, tocábamos lo que estaba roto y llamábamos al gremio  que correspondía para que lo arreglara.

La casita esta situada en una pequeña finca a las afueras del pueblo, durante la pandemia no se ha contenido nada, los árboles han crecido , se han expandido y necesitan podar, las macetas se han desmelenado y piden maceta  mas grande y  tierra compost , la antena de la tv se ha girado bruscamente con el viento y exige cambio de un aparato negro, la puerta se ha hinchado ,no cierra bien y exige la presencia de su carpintero, los grifos se han calcificado y piden una visita del fontanero, las paredes se han humedecido y han caido trozos de pintura , nada solo  quieren un repasito, las ropas de los armarios huelen a humedad y están mohosas, la vajilla tiene un verdín que cubre  cada plato, los muebles tienen una capa protectora de pelitos, la comida tiene dos versiones: Si son latas están caducadas , si con paquetes de harina o arroz están llenas de unos bichitos negros que en cuanto abres el paquete echan a volar, si han entrado a procrear deberían saber salir  , digo yo.
La pandemia del covid nos ha trastocado a todos,  pero el rebote que se ha pillado mi casita ha sido enorme y me ha pasado factura. En primer ligar una buena factura pecuniaria  y en segundo lugar  una factura física en forma unas buenas agujetas que no se consiguen ni con un entrenador personal.

Algunos pensareis que voy a poner mi casa en venta, os equivocáis. Tengo mi segunda residencia a 600 km de distancia de donde vivo, de los cuales 300 son millas marítimas, a la que solo puedo llegar por barco o en avión,  pero en la que es imprescindible tener coche para llegar al pueblo,  a donde voy solo una vez al año, pero  es imprescindible para mi.  Esta en mi pueblo  esto justifica lo de las raíces.

Os aseguro que la casa ha quedado monísima , la hemos  dejado arreglada y pulida . Le hemos prometido que el próximo verano volveremos. Esta claro que soy española. Algunos pensareis que gilipollas , pero esto lo discutiremos en otra ocasión.

 

 

 

 

 

 


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